Sudáfrica venció a Argentina, luego de sacar clara ventaja en el primer tiempo. Los Pumas levantaron en el segundo, pero no alcanzó y los Springboks lo definieron con dos tries sobre el final. Argentina 20 – Sudáfrica 36.
Se jugaron varios partidos en Avellaneda. El arranque generó una ilusión óptica y conceptual, fue el primer partido, cortito, apenas duró unos minutos. Los Pumas insinuaron plantear un juego “a la sudafricana“, con intercambio de patadas, intentando manejar los tiempos y posicionándose en territorio de los Springboks.
Incluso, un penal regalado por Franco Mostert les permitió sacar ventaja. Pero a los 10 minutos, por primera vez, el equipo sudafricano entró en campo argentino y empezó otro partido, tal vez, el verdadero, el de los Springboks.
En ese partido, que duró hasta el final del primer tiempo, fue llamativa la superioridad sudafricana en el punto del contacto. Cada vez que un jugador de verde se proponía penetrar a la defensa argentina, lo lograba. Cada impacto avanzaban tres o cuatro metros. Todo fue verde y oro a partir de ahí.
Esa derrota en el duelo físico desmoronó el planteo inicial de Los Pumas y generó la gran ventaja que sacaron los Springboks en la primera etapa. Al sentirse superado, el equipo argentino se convirtió en un manojo de nervios con mucha indisciplina, desorganización defensiva y carencia de propuestas para intentar revertir la historia.
Un penal tras otro, fueron 18 en los 80 minutos, dos amarillas (Carreras por cometer el penal del primer try y Bertranou por acumulación de penales) y una floja actuación colectiva que arrastro a las individualidades.
Derrota en la batalla de los fowards, con Pablo Matera llamativamente estático en ataque con errores de manejo y queriendo resolver aislado y solo en mas de una ocasión, flojo el scrum y directamente mal el line, formación que desperdició los únicos acercamientos al ingoal rival de esa primera etapa.
La pareja de medios, mas allá de las amarillas recibidas, no encontró nunca el camino para salir de la presión de los Springboks y Lucio Cinti falló en el juego aéreo, una de las principales razones que justificaban su presencia en el equipo titular. El parcial, 6 – 22, pudo ser peor.
Se intuye que algún grito en inglés o cocoliche voló en el entretiempo por el vestuario local del Estadio Bochini, porque Los Pumas salieron con otra decisión a jugar el segundo tiempo. Y no solo hubo cambio de intensidad anímica, también de jugadores, con los ingresos de Thomas Gallo y Joel Sclavi en la primera línea y Tomás Cubelli y Matías Moroni ( a los 8′, cuando se cumplió el sin bin de Bertranou) entre los backs.
Entre el inicio y los 35′ del segundo tiempo se jugó el partido de Los Pumas. Gallo, Cubelli y Moroni le pusieron fuego a las acciones y contagiaron a sus compañeros. Con mucho ímpetu, una defensa más agresiva y pocas ideas, los Pumas metieron en su campo a los Springboks, que parecieron sorprendidos por la nueva cara que mostraba el equipo argentino. Ya no les era tan fácil la disputa en los rucks y hasta hubo una clara mejoría argentina en el scrum.
Sudáfrica entró en el vértigo y la confusión que planteó Argentina pero mantuvo su solidez defensiva. Por eso y por las fallas de manejo de Los Pumas, pasaron 25 minutos sin que se modifique la chapa en el marcador. Hasta que llegaron los dos minutos que convirtieron al Estadio Bochini en una caldera. Primero, a los 26, con el try penal : un virtual “ahorcamiento” de Kwagga Smith sobre Tomás Cubelli, que estaba a punto de apoyar y 2 minutos después, cuando los Springboks jugaban con 13, con el enorme try de Matías Moroni, apoyando bajo los palos luego de una gran corrida. 20 – 22 y Sudáfrica con 14 (a los 29 volvió Le Roux).
Lo que era imposible al inicio del segundo tiempo, ahora estaba al alcance de la mano. Pero empezó otro partido, con la falta de una cabeza pensante que le pusiera razón a la pasión puma que inundaba Avellaneda en ese momento y el oficio de los Springboks para congelar las acciones y golpear en el momento justo.
Primero con una pesca de Elrigh Louw que cambió el curso de ese tramo final y luego con dos tries: uno de Damian de Allende a puro choque y otro con el gran Malcolm Marx mostrando su destreza para tomar la pelota a la carrera, definir y sumar un punto bonus que puede ser fundamental en la definición del torneo.
Subibaja de emociones en la tarde de Avellaneda. Varios partidos en uno y los Springboks ganando con claridad y justicia gracias a la ventaja inapelable que sacaron en la primera etapa.
Escrito por Daniel Dionisi