La Justicia de Río Negro condenó a doce años al asesino del pampeano Carlos Curruqueo, Luis Omar Giménez. El santarroseño vivía en la provincia vecina, trabajaba de gestor y cuando se dirigió a la chacra del imputado para reclamarle el pago de la venta de un vehículo, le quitó la vida de cuatro disparos y enterró su cuerpo dentro de un pozo junto a su camioneta.
Luis Omar Giménez confesó que asesinó a Carlos Curruqueo y lo condenaron a 12 años de prisión. En una audiencia realizada días atrás en la que se definió la pena, pidió perdón a la familia del gestor. “Sé que uno no tiene derecho a quitar la vida, pero pasó esto y bueno, hoy estoy acá y me hago responsable de lo que hice”, había expresado según la prensa rionegrina.
El escalofriante asesinato ocurrió la noche del 14 de octubre del 2021 cuando lo citó a la finca con la excusa de pagarle. La chacra está ubicada en la zona de María Elvira, en el límite entre Cipolletti y Fernández Oro, y el cuerpo fue encontrado a unos 800 metros de donde vivía el autor del hecho. Estaba dentro de la Kangoo de la víctima y el vehículo enterrado en un pozo realizado por una máquina vial. La investigación determinó que Giménez le debía plata a Curruqueo por la venta de una camioneta Toyota y reclamaba el cumplimiento.
Desaparición y sospecha.
Su pareja hizo la denuncia por la desaparición, que por entonces se había convertido en un misterio. Luego de tres meses, un trabajador rural encontró el rodado por casualidad y dio aviso a la policía.
Si bien Giménez no apareció inicialmente como sospechoso, tras el macabro hallazgo, los investigadores pusieron la lupa sobre él. A su vez, en la presentación policial la mujer había indicado que el día anterior, Curruqueo le comentó que debía ir a cobrarle la deuda al chacarero.
Pero cuando el personal de la Brigada fue a chequear esa versión, Giménez les dijo que el gestor había regresado a la provincia de La Pampa, de donde era oriundo. Asimismo, era la última persona que había estado en contacto con el pampeano, además de que el celular de Curruqueo dejó de emitir señal ese mismo día cerca de la chacra de Giménez.
“Luego descubrieron que el rodado había sido sepultado en un pozo que por su dimensión fue cavado por una máquina vial. Para esa fecha, el empleado rural trabajaba con un tractor con pala retroexcavadora, y él era el único capacitado para utilizar ese vehículo”.
Giménez fue detenido e imputado por el delito de “homicidio calificado por codicia y empleo de arma de fuego”. A fines del año pasado confesó haber sido el autor del crimen en un juicio abreviado consensuado entre el fiscal Martín Pezzetta, el abogado querellante Leandro Loyola y el defensor Michel Rischmann.
Pero no se pudo sostener el agravante de “codicia” y la carátula quedó como “homicidio simple, agravado por haber sido cometido con un arma de fuego en concurso ideal con el delito de portación no autorizada de arma de fuego”.
La mamá de Curruqueo se presentó como querellante y avaló el acuerdo para declarar la culpabilidad de Giménez y el cambio de la calificación, lo mismo que el acusado, su defensor y la Fiscalía. En el juicio de cesura, que contó con la intervención del Tribunal integrado por los jueces Guillermo Baquero Lazcano, Alejandra Berenguer y Julio Sueldo, la Fiscalía y la Defensa coincidieron en requerir diez años y ocho meses de prisión, la mínima posible.
Pero Leonel Herrera Montovio, quien representó a la querella en esta instancia, planteó objeciones y pidió que lo condenaran a 33 años de prisión. Sin embargo, el juez Baquero Lazcano, con el voto rector, consideró que doce años de prisión, accesorias legales y pago de las costas del proceso resultaba proporcional a los hechos. Sus colegas Berengue y Sueldo avalaron su postura, por lo que el fallo fue unánime.