Está diseñada para aguantar hasta después del mundial y su estallido es inevitable. Sequía, heladas, cepos y políticas precámbricas.
¿Recuerdan el promocionado crédito de 700 millones de dólares otorgado por el BID para reforzar reservas? Fue el 13 de octubre y se lo presentó como un éxito de la gestión Massa en EEUU. Ok, ya se lo fumaron. Duró menos de un mes por la política cambiaría delirante.
En octubre el Banco central gastó 498 millones de dólares para sostener el tipo de cambio. En los primeros cuatro días de noviembre, otros 243 millones. Por sostener el valor del dólar en la banda de los $287/$292, hicieron humo un crédito que ahora hay que pagar ¡Unos genios!
No habría problema si se repusieran con la misma velocidad, pero sucederá lo contrario por circunstancias externas, climáticas y decisiones apresuradas. Hasta hace una semana felicitaban a Massa por la la maniobra del dolar soja. Otros, dijimos que era un trampa y no le erramos.
Los mismos que vestían lencería para anunciar que había recaudado U$S8.120 millones con el dólar soja, hicieron un silencio de monja de clausura cuando la liquidación cayó en octubre a 1.217 millones. Les avisamos que no ganaron la lotería, que estaban gastando a cuenta.
Ahora les advertimos que la gallina de los huevos de oro se enfermó de frío y deshidratación. Espero que esta vez presten atención y para darles mas motivos, vamos a explicar que es lo que está sucediendo en el campo y en el mundo. Hablemos de la sequía y rompehuevos.
De acuerdo a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y la de Rosario, cerca del 65% de la superficie productiva agro ganadera fue golpeada por una de las peores sequías que se tenga registro y por heladas continuadas que además afectan a las actividades periféricas.
Esto implica que no solo perjudica a la producción de cereales, nuestra mayor exportación y fuente de divisas, sino que además afectan a la ganadería y a actividades como la vitivinícola, que en el sur de Mendoza perdió el 60% de la producción por las heladas.
En total el área alcanzada por la seca suma 141.311.909 hectáreas usadas para todo tipo de actividades agro ganaderas. Incluye al 23% de las cabezas de ganado, o sea unas 16,4 millones de bovinos sin pastura suficiente, de acuerdo a la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías.
Para que se entienda la magnitud del problema: el fenómeno de La Niña ya lleva tres años y no es solo falta de lluvias. La humedad del terreno fue cayendo, bajó su productividad y se espera que la situación continué hasta después del verano y la época de siembra mas importante.
Esta sequía tremenda se potencia por las restricciones para producir por falta de dólares. El total de las exportaciones en juego sumando campo e industria abarca en total al 90% de las ventas al exterior y ponen en en juego a 9 de cada 10 dólares que entran a la Argentina.
En total el complejo sojero (31,1%) cerealero (21,7%) y bovino (6,4%) abarca el 59,2% de las exportaciones en el primer semestre de 2022. Si sumamos productos lácteos, avícolas, vitivinícolas, cítricos, arroz y un largo etcétera, sube a 65,3% de las ventas al exterior.
El mayor volumen que se mueve en esos rubros están sujetos a retenciones y comparten el cepo para la compra de dólares a su valor real con los sectores petrolero (4.498 millones) y el automotriz (3.702 millones). Ahí está el 90% de las exportaciones argentinas.
Vamos a los números oficiales del primer semestre de 2022 para ver cuantos dólares generaron: Soja 12.133 millones; maíz, 4.752 millones; trigo, 3.696 millones; bovinos y cueros, 2.169 millones; girasol; 1.114 millones y cebada 1.067 millones. Son 23.891 millones.
No se trata solo de ingreso de dólares. El campo genera el 41% de los impuestos que se recaudan por vía directa en todos los niveles de la administración y el 23,5% de la recaudación nacional. Su grado de actividad impacta a todos los niveles.
Ese cuarto de aportes sobre el total hay un 29% de IVA, 21% de Ganancias, 15% de aportes patronales, un 6% de impuestos a débitos y créditos y luego hay que contar los U$S 9.104 millones en retenciones que aportaron en 2021. 24 millones de dólares por día.
No es un problema de gauchos, estancieros o chacareros. Se expande a los molinos, minoristas, transportistas, veterinarios, contadores, tamberos o el que vende maquinaria, semillas y fertilizantes o exporta. El impacto total llega al 40% de la actividad productiva argentina.
En otras palabras, si la gallina de los huevos de oro del campo se cae, todo el esquema tributario se contrae y el gobierno tendrá menos recursos. Con las sequías y heladas, no hay mas huevos de oro por mas que estrangules a la pobre ave que no tiene la culpa por el clima.
Vamos a las perspectivas: la cosecha de trigo bajará de 16,5 a 15,2 millones de toneladas. En total, hay 1,8 millones de hectáreas de cultivo en crisis por la falta de humedad, el 30% del total. Y si el mal clima persiste, puede empeorar aun mas.
Respecto a la campaña 2021/2022, se va a producir un 21,9% menos de trigo, 3,8% menos de maíz, un 14% menos de girasol, un 4% menos de cebada y un 2,3% menos de sorgo. En total, la caída total va a ser del 1,6%. El promedio general no cae mas por la soja.
El único cultivo que sale bien parado por su resistencia y rendimiento exportador es el “yuyo”. Se prevé un 10,8% mas que en 2021. Pero la soja va directo a alimentar a los chanchos chinos, no es pan, polenta y aceite en las góndolas argentinas como el trigo, el maíz y el girasol.
Nos subimos a un chancho chino para ir a la otra parte del problema que es el precio internacional de las commodities. La guerra en Ucrania llevó los precios a las nubes y todos salieron a decir que la Argentina estaba salvada, otra vez, por la providencia. Fue un error garrafal.
Esta semana, luego de que Putin regresara al acuerdo para exportar granos a través del Mar Negro, el precio internacional del trigo bajó un 20% y recuperó la suba que había tenido para regresar a los valores de preguerra, como sucede con muchas otra materias primas.
Argentina venía resolviendo los menores volúmenes de exportación con mayores precios. Y tenía cantidades por una cosecha extraordinaria. Eso se acaba y la sequía llega a los dólares. Veamos el caso de la soja que es la principal entrada de dólares y el de otras commodities.
China redujo en un 24,5% sus pedidos de soja en septiembre y planea reducir todas sus compras en función de su plan de lograr la autonomía alimentaria para el año 2031. En el rubro de la carne, los pedidos cayeron un 30% y se espera que en 2023 caigan un 10% más.
Por la recesión Europa prevé pedidos menores y eso es un problema porque es el mercado que compra el 8% de la carne argentina y lo de China aun peor porque es el destino del 77% de las exportaciones cárnicas. El cambio de condiciones de los mercados tuvo consecuencias.
El precio de la carne que paga Europa bajó ya en un 40%. Se redujo de 17.000 dólares en el primer trimestre a los 9.500 dólares en la actualidad. Y aun no se hizo sentir porque la caída de pedidos se esconde detrás de las exportaciones ya contratadas hace meses.
Antes de que le echen la culpa a los extranjeros, también hay un problema de oferta en Argentina. El Departamento de Agricultura de EEUU calcula que a causa del clima y las restricciones a las exportaciones, las ventas de trigo argentino se van a reducir en 1 millón de toneladas.
La exportación de harina de soja, de mayor valor agregado, se reduciría en 300.000 toneladas por menores saldos exportables para la molienda. Las de poroto de soja, un 68,4% por idéntico motivo. Las de maíz en 2,4 millones de toneladas y las de cebada en 200.000 toneladas
La liquidación récord del dólar soja se hizo en parte por granos almacenados o ahorrados por los productores. El tema es que habrá que reponer todo lo exportado en un escenario de sequía y ausencia financiamiento para las nuevas cosechas o para remontar las pérdidas.
Revisemos la opción de endeudarse. Tomando como referencia la tasa del Banco de la Provincia de Buenos Aires, por un préstamo de hasta U$S 1.000 se paga entre un 116,9% y un 163% anual. Recomendar endeudarse en medio de la sequía es tener menos campo que el principado de Mónaco.
Todo esto en un contexto en el que el productor recibe un dolar oficial de $150 luego de retenciones del 11% al 33%. Por ejemplo, el precio de la pizarra de U$S 600 la tonelada de soja no refleja lo que recibe, que luego de impuestos llega con suerte a los 189 dólares y en pesos.
Y eso es un problema adicional porque los precios en dólares de fertilizantes, maquinarias, productos químicos y otros productos como los farmacéuticos no bajaron, sino que subieron y se sostienen arriba, lo que implica costos dolarizados en bolsillos pesificados.
Hay otros cepos, que no son solo los del dólar. Por una tara ideológica siguen vigentes las restricciones para exportar carne y otros cupos para vender al exterior trigo y maíz. Si la solución es vender más, hoy no se puede. La excusa de sostener el precio interno, nunca funcionó.
«Según el INDEC «el complejo agroganadero y las industrias asociadas generan 2 de cada 10 puestos de trabajo. Son 3,6 millones de empleos privados que financian directamente a los 3,9 millones de empleados públicos de los niveles nacional, provincial y municipal.»
Fuente: INDEC
1,48 millones de trabajadores de la agroindustria se dedican al sector primario, 965 mil a la industria, 1 millón a los servicios minoristas y 114 mil a logística. Todos ellos exportan y además hacen posible que cada mañana haya un Don Satur disponible en cada escritorio estatal.
En 2021, el sector agroganadero exportó en 2021U$S21.808 millones en productos primarios y 30.928 millones en productos elaborados en base a productos derivados. 52.826 millones, la mayor fuente de riqueza de Argentina. En lo que va del año, ya generaron 50 mil millones.
Eso financia, además, a las importaciones del combustibles. El gobierno importó mas que en el año anterior para el abastecimiento interno y cuando necesita inversiones externas para explotar desde Vaca Muerta, el precio se desplomó. Le crecen los enanos del circo.
Según el INDEC, en los primeros 9 meses del año las importaciones de combustible crecieron un 44,6% respecto al año anterior y su precio un 82,9%. Ya pagamos mas caro y ahora que necesitamos inversiones para reemplazarlas, el negocio es menos seductor. El enano mide ya 2 metros.
Aun así, YPF subió los combustibles un 7,5% el 21 en agosto y un 6% en septiembre y el 6 al 8% en noviembre. Si en julio salía 100, en agosta valía $107,5. En agosto $113,95 y en septiembre entre $120,37 o $123,06. Entre un 20% y un 23% de aumento.
YPF es manejado por La Cámpora, la agrupación que responde al retoño vicepresidencial. De manera que el mayor precio del combustible que impacta en toda la producción y el aporte a la inflación fue producto del propio oficialismo. El problema no es el que produce, es el gobierno.
Massa exige a los empresarios congelar precios de alimentos afectados por los mayores costos, pero les aumenta el insumo clave para producir. Sumemos un 27% adicional por la transferencia de costos de energía de la estatal Camessa a los usuarios por un valor de $ 500.000 millones.
Si encima el campo sigue sometido a un apartheid cambiario y no puede invertir, lo que viene después va a ser aun peor. Porque si no hay convalecencia exitosa la enfermedad va a seguir por mas tiempo. A la industria les sucede lo mismo. No hay salida con el actual modelo.
Vamos entonces a dejar el campo y hablar también de la industria. Nos sacudimos la tierra de las botas y nos calzamos un overol para entender la otra parte del problema que no tiene que ver con la sequía climática sino con la de dólares provocada por cepos idiotas.
Primero primero derribemos un mito: la mayor parte de los dólares no se fugan porque te vayas a Brasil o te pidas un libro en Amazon. En 2021 y según el propio gobierno, las importaciones ligadas a la producción de bienes representaron el 79,2% del total. Listo, sigamos.
El cepo al dólar y los 16 tipos de cambio ya son un fracaso y entonces decidieron abrir las importaciones. El 3 de noviembre informó haber recibido pedidos de dólares para importar por un total de U$S 8.200 millones y que por medio del nuevo SIRA había aprobado la mitad.
De los 12.000 pedidos, un tercio eran de Pymes que reclaman dólares al Central para seguir produciendo. Si no se los dan, la parálisis productiva iba a impactar en el empleo, la inflación y en la recaudación. No había alternativas, era abrir o entrar en una crisis mas profunda.
Si se aprobaron la mitad, entonces habrá que reducir las reservas en al menos 4.100 millones de dólares y su recupero no será inmediato porque eso lleva tiempo. No todas los que piden divisas van a exportar y por lo tanto volver a mandar dólares a reservas.
Es evidente que el caudal de pedidos supone un fracaso de la medida previa para que las empresas usen dólares para hacer importaciones sin informar su origen: 1.600 empresas blanquearon apenas 215 millones. Sucede que la medida era un poco tonta y presionó el dólar blue.
El mercado blue que sirve como parámetro real del valor del dólar apenas mueve unos 5 millones diarios. Pero en los días posteriores a pedir que se usen dólares propios movilizó 125 millones en cada jornada y coincidió con una sangría de reservas del central para abastecerse.
En realidad muchos funcionarios y sus financistas amigos se pagaron las vacaciones en el exterior y el cambio del auto con ganancias del 50% en pesos por cada operación. Pero la joda costó 700 millones de dólares y era un escándalo. Y las reservas de billetes se agotaron rápido.
Ya vimos que el ingreso de dólares está en riesgo por la caída de reservas, el clima, menor demanda externa y el derrumbe de los saldos exportables por la influencia de diferentes tipos de cepo. Veamos ahora la necesidad inmediata de dólares para medir los tiempos.
En diciembre se viene el desembolso mas grande dentro de los pagos reprogramados con el FMI. Hay que pagar 5.865 millones (5.6620 de capital y 245 de intereses) y pasar la revisión anual para poder recibir el último tramo de los préstamos por 6.233 millones..
El gobierno debe disponer de U$S12.359 millones antes de fin de año para deuda e importaciones. Supongamos que el FMI aprueba la revisión final y envía los 5.865 millones para que se los mandemos de regreso como se hace habitualmente. El rojo de las reservas seguirá ahí.
En realidad los dólares para financiar las importaciones podrían ser mas. Vamos a suponer que se aprueba el 79,2% de los pedidos hasta hoy que es el porcentaje que dice el gobierno obedece a las importaciones “justificadas”. Serían al menos U$S6.494 millones.
Y de los 8.000 millones del dólar soja solo el 33% fue a reservas porque ese es el monto de las retenciones. El resto es deuda que crearon con los que liquidaron y si los pesifican van a sumar una masa de pesos adicional cuya presión solo puede escapar como mas inflación.
Pero si les entregan dólares hay que prever 5.412 millones verdes adicionales para los que ya liquidaron. Conociendo el paño, los van a manchar desde arriba del poste. No tienen los dólares para entregar, de manera que van a optar por una negativa aunque provoque mas inflación.
Además hay una demanda constante de dólares para sostener el valor del dólar blue y evitar una estampida inflacionaria que está a un paso de superar al 100% actual porque los costos presionan en todos los rubros. Si no los consiguen, suben el blue y los precios.
Y la presión inflacionaria se incrementa porque los Leliq y pases activos, alcanzaron los $9 billones. Crecieron un 26,77% en dos meses y a este ritmo van a crecer un 313% en un año. No solo presionan a la inflación, además crean deuda por $ 850mil millones cada mes.
La deuda interna equivale hoy a U$S77.000 millones. La mido con el dólar oficial porque el gobierno dice que el blue no existe. Y hay otra deuda, equivalente a U$S6.900 millones del tesoro al BCRA por anticipos ¿se dieron cuenta como sumamos déficit de a miles de millones?.
Con entrada de divisas constante por exportaciones y un tipo de cambio normal, estas deudas en pesos y en dólares serían un problema transitorio. O la balanza se compensaría con inversiones externas. Pero ¿quien invierte en un mercado inestable con sueldos promedio de U$S 400?.
En 2023 hay que pagar U$S 16.623 millones al FMI, 260 millones al Club de París y el equivalente a U$S 15.600 millones de vencimientos en bonos del último canje de bonos que Massa pateó para el año que viene, la mayor parte justo después de la PASO. ¡Un tipazo Sergio!.
El problema es que al menos el 13% de esos bonos son duales, es decir en dólares y vencen septiembre. Cuando eso suceda, las consecuencias de las sequía y la falta de dólares estará en su clímax. No es de vivo patear los problemas, hay además un componente de japutez importante.
Para que se entienda, el mercado se inunda de pesos y no hay más dólares de respaldo. De hecho, no hay ni para sostener el precio del dólar real de acá hasta fin de año. Hay para que viajen Donda, Vizotti, Beto y Brancatelli, pero nada más. Lo que sobran, son muchísimos pesos.
En septiembre y nuevamente en noviembre el FMI le advirtió públicamente al gobierno argentino que la aprobación del último tramo de créditos de 2022 está en riesgo por los riesgos económico y financiero. La última vez, le agregaron la “incertidumbre política”.
En el Fondo advierten que el presupuesto fue aprobado con la ayuda del sector mas oficialista de la oposición y boicoteado por el sector mas opositor del oficialismo. Ven una disputa entre la vice que quiere tarjetear, el marido cornudo que grita beodo y el amante que recorta.
Esto es tan importante como la sequía porque si en diciembre no mandan el dinero estamos al horno con papas o en default, que es lo mismo. La advertencia del Fondo tiene que ver con la disciplina del gasto y la proximidad del las elecciones. Veamos las condiciones.
Masa se comprometió a bajar el déficit al 2,5% del PBI. Ya recortó en educación, salud, subsidios a tarifas y discapacidad. Pero al mismo tiempo pasaron 11.000 empleados a planta permanente, promete mas bonos sociales y favorecieron a los camioneros de Moyano.
La inflación del 60% anual proyectada en el presupuesto 2023 es ciencia ficción. Ahora se debate si será del 120% anual o llegará al 60% mensual. Cada meta incumplida, aumenta la critica interna dentro del FMI por el respaldo hacia un gobierno al que muchos ya consideran inviable.
En el FMI sabe que la inflación del INDEC es un dibujo tan evidente que en cualquier momento un grupo de activistas ambientales le va a tirar una sopa encima para reclamar contra el calentamiento global. Y que se vienen las elecciones en 2023 y eso disparará el gasto.
Por eso todas las promesas la FMI se van al tacho y no como producto de la predicción paranormal sino de realidades y tradiciones históricas. Entramos en un año electoral con un gobierno que sabe que pierde en cualquier escenario y por eso no va a ahorrar recursos públicos.
En ninguno de los universos posibles el peronismo recortará gastos ni cumplirá con la metas pactadas con el FMI si lo que está en juego su hegemonía en provincias clave, los medios para sostener los arreos de pobres, las guaridas legislativas y hasta la posibilidad de ir presos.
En el caso concreto de la vicepresidente, perder poder implica enfrentar una condena por corrupción en situación de debilidad política. Para los caciques sindicales y provinciales, recortar gastos implica no solo los Audi y los gatitos, también incluye sostenerse en el poder.
Si sucediera un hecho milagroso -como el que se daría si un reguetonero cantase sin autotune- y el peronismo decidiera hacer un recorte tal como lo pide el FMI, la furia de sus bases conduciría a una derrota mayor de la esperada. Imposible, el déficit es el autotune del peronismo.
No hay mas margen para sumar impuestos y ordeñar mas a los que generan mas tributos y divisas. Tampoco a la clase media que aun es parte importante del caudal electoral ni a la clase baja porque con el 50% de pobreza implica un riesgo físico real en esta época del año. Game over.
Se alinearon las estrellas y el gobierno enfrenta un cronograma de pagos que arranca en diciembre y se complica en adelante. La sequía y la crisis de los mercados externos agotó la entrada de dólares. Y el FMI se pone duro por el otro clima, el político interno.
No es que pusieron un circo y le crecieron los enanos; les están dando hormonas de crecimiento al trabar el ingreso de dólares con retenciones, cepos al dólar y cupos. Atravesamos una tempestad de ideas peronistas con ráfagas intensas del dogma de “vivamos con lo nuestro”.
No entienden que los cepos al dolar nunca frenaron la caída de reservas, ni el de la carne bajó el precio en el mostrador y que producimos tanto maíz que sobraría aunque la gente comiese polenta todos los días y terminara amarilla como los Simpson. O como una bandera del Pro.
La tara mental de la familia Kirchner y sus jóvenes viejos es insistir con recetas de la era de los pochosaurios. Acosan a los exportadores y obturan la entrada de más dólares desde una incomprensión de la historia económica y un resentimiento social que los ciega y los afea.
Todos sabemos quien manda y establece las pautas de la economía y el rol de Maxi ordenando cepos, cupos, subas de tarifas o beneficios para sindicalistas y aliados provinciales. Es el modelo el que cruje y la economía refleja lo anacrónico del pensamiento peronista que lo impulsa.
El rol de súpermegarchi Massa es aguantar con parches y una pauta generosa que exagera peleas de la oposición, inventa liderazgos en el oficialismo y habla solo de copitos, de Gran Hermano y luego del Mundial. Nunca de la bomba que están armando ¡Chito la boca y agarre el sobre!.
Mientras tanto Sergio intenta vendernos un auto todo roto y de la década del 40 como nuevo, el pavote le ladra como chihuahua enojado a los jueces que pasan y el oficialismo se dedica a salvar a su jefa. Ni un gramo de energía destinado a buscar soluciones para la gente común.
Por eso empecé con los 700 millones del BID que se fumaron. Con el campo en crisis, el gasto desatado por las elecciones y los políticos preocupados por cuidar su integridad colónica, no habrá dólar que alcance. Y todos los que entren serán para salvarse de una debacle histórica
El hilo se hizo largo porque había que explicar como se armó la bomba. El temporizador avisa de un diciembre complicado cuando termine el Mundial. Ya tienen datos para la conversación navideña cuando se agote el tema futbolístico y veamos una pobre realidad servida en la mesa.
PS: alguien pidió algo positivo: En 1986, Argentina tenía control de precios, restricciones cambiarías y una crisis económica galopante. Este año Messi y el resto de la selección llegan afilados como nunca al Mundial de Qatar. Espero que sea suficiente para levantarles el ánimo.
Por Nacho Montes de Oca @nachomdeo
Periodista y escritor