En el marco del Primer Campeonato mundial del alfajor, los expertos realizaron una cata a ciegas para definir el primer puesto.
El campeonato, una idea de dos jóvenes emprendedores, adquirió una magnitud que no habían imaginado, y convocó a participantes de otros diez países. Secretos de un mundial que supo captar un símbolo argentino.
La tradicional Galería del Centro, en Corrientes casi Florida, luce absolutamente transformada: es sábado y se ven colas y colas de gente –hay familias pero también muchos grupos de jóvenes– esperando en los ascensores o las escaleras para acceder al primer piso. Allí está ocurriendo el gran evento que durante una semana llenó de vida este espacio que no suele ser de los más concurridos del microcentro porteño. El primer Campeonato Mundial del Alfajor atrajo la atención de una cantidad de gente que superó todas las expectativas de los organizadores, tanto de público (se entregaron 20 mil entradas gratuitas por internet) como de concursantes (se calcularon 100 empresas, se anotaron 150). Y los alfajores que tuvieron que probar los jurados fueron tantos (unos 350 cada uno), que extendieron el evento –y las rondas de cata– hasta el sábado.
Por la tarde se conoció, finalmente, quién fue coronado Campeón Mundial del Alfajor: Milagros del Cielo, la pequeña empresa de alfajores marplatense que ganó con una de sus creaciones, su alfajor de mousse al licor. «Son 22 años de trabajo, hay mucho atrás de esto. Para mí es el premio a mucho esfuerzo, estoy feliz», dijo la ganadora, Fabiana Ocaranza, al recibir el reconocimiento.
La campeona
La clave, asegura la emocionada ganadora, estuvo en el relleno: «lleva 50 gramos de relleno, por eso es distinto. Y controlamos el punto justo de equilibrio al paladar para que no sea empalagoso, es algo totalmente artesanal». Entre otras rarezas y delicias, hay otras variedades que elije el público más pequeño, como los alfajores rellenos de galletitas Oreo o de bombón marroc.
Pero el «gran secreto» del alfajor, este inexorable invento argentino, sigue siendo el mismo: dos buenas galletitas con la masa de textura justa –ni muy húmeda, ni demasiado firme–, un buen chocolate de cobertura, y en este caso finas capas de dulce de leche acompañando el relleno en cuestión.
Fabiana cuenta que tuvo una pista de que estaba «en carrera» cuando reconoció a su alfajor, sin envoltorio, en la última ronda de cata de los jurados, la del sábado, que excepcionalmente fue abierta al público. En esa ronda final quedaron quince finalistas, entre 350 alfajores presentados por 150 firmas (cada una podía competir con más de una variedad). Y uno de ellos, estuvo segura la repostera entonces, era el suyo. «Ya estar ahí, era un premio», recuerda. La inesperada presencia en medios de todo el país que obtuvo inmediatamente a raíz de su coronación será, seguramente, otro premio inesperado.
“El puntaje del alfajor fue 8,18 sobre 10. Ganó por sus características organolépticas, por una masa muy húmeda, por un relleno con su justa humedad y una cubierta también correcta, aunque hubo mucha paridad”, sopesó el chef ejecutivo Cristian Ponce de León, uno de los presidentes del jurado.