Por supuesto que tener la oportunidad de escuchar a Julio Lamas es un deleite para quien ama un deporte como el básquet, pero un hombre con la enorme trayectoria, prestigio y conocimiento como el que aglutina el ex entrenador de la selección argentina es una verdadera experiencia que trasciende el corazón del deporte porque habla de trabajo, de proyectos, de capacitación, de salud mental y, por sobre todas las cosas, de aprender. “Uno nunca deja de capacitarse, y ese aprendizaje es para cualquier orden de la vida”, aseguró el ex técnico de la selección nacional.
Y Lamas, durante más de una hora de una riquísima charla mano a mano con Prensa de la Federación Pampeana de Básquet, por supuesto que habló muchísimo de todos los temas de la pelota naranja pero siempre con ese trasfondo que destila su personalidad: el trabajo en equipo, cómo liderar un conjunto y cómo, en el caso de las súper estrellas de la Generación Dorada a quienes tanto dirigió, aprender lo mejor que le transmitieron para aplicarlo en su propia vida y en su trabajo.
Lamas estuvo la semana pasada en Santa Rosa para una charla ante empresarios y también brindó una disertación abierta al público sobre buenos hábitos en el deporte, donde abordó distintas cuestiones del juego, la enseñanza, la salud, la competencia, el manejo de las redes sociales y hasta las apuestas clandestinas online de los adolescentes. En el medio de esas actividades brindó un reportaje a la Fepamba.
“Jugué al básquet hasta los 20 años en mi club de siempre, San Andrés. Jugué desde mini hasta juveniles y algunos partidos en Primera previo al inicio de la Liga Nacional, pero claramente no me dio para más”, dice con una sonrisa. “Cuando arrancó esa primera Liga volvió al club el “Tola” (Eduardo) Cadillac, el mejor en la historia de San Andrés y uno de los mejores bases del país, y quedo afuera del equipo. Yo ya entrenaba a los más chicos, en realidad tuve dos momentos para iniciar mi carrera: uno fue vocacional porque yo era monitor, ayudaba a los entrenadores con los pibes y a los 16 me di cuenta que tenía la vocación así que le dije al presidente del club que le quería enseñar en la escuelita, así que arranqué. Cuando cumplí los 18 me pusieron en blanco, en el gremio Utedyc, e hice todas las divisiones. Ese fue el primer momento y ahí ya hice el curso de entrenador nacional. El otro momento fue cuando voy de ayudante de León Najnudel. Yo tenía 22 años y fui a Cañada Gómez donde León dirigía a Sport. Eso se le recomiendo a cualquiera, ser joven y poder arrancar con un maestro, te sube el techo y te una velocidad extra en todo. Me dio tanta enseñanza, con tanta generosidad, fue tan fundamental en mi vida León que ahí me di cuenta que iba a ser entrenador”, resalta Lamas respecto al prócer de nuestra Liga Nacional, el mentor de ese certamen que justo acaba de comenzar su edición número 40.
“En Sport estaban Hugo Sconochini, Marcelo Nicola y cuando llego recluto a Ale Montecchia, Dani Farabello, Gaby Díaz. León se va a Ferro y me quedo con el equipo: sin dudas que estuve a la hora y en el lugar justo, es el golpe de suerte que se necesita más allá de la capacitación y de la dedicación, y como sucedió con la Generación Dorada son múltiples factores lo que convergieron, así fue como la Liga Nacional nos convirtió a todos en profesionales de dedicación exclusiva, a jugadores, entrenadores; todos. Y en el caso de la Generación Dorada también fue eso que no se puede programar, porque entre el ‘75 que nació Oberto y el ‘82 que nació Delfino, en el medio nacieron Ginóbili, Scola, Pepe Sánchez, Prigioni… entonces eso un poco es que se junten los planetas y después cuestiones como la ley Bosman que se fueron a Europa y terminaron en la NBA”, resumió Lamas, que hoy tiene 59 años, tres hijos y que desde hace más de un año dejó atrás su faceta de entrenador.
En equipo.
Si hay algo que se destacó tanto dentro como fuera del ambiente del básquet fue la comunión entre los tres entrenadores que se fueron alternando para dirigir a esa generación que cambió la historia del básquet y del deporte argentino en general.
“La selección tuvo tres entrenadores en 24 años, que fueron Rubén (Magnano), ‘Oveja’ (Sergio) Hernández y yo que nos fuimos alternando lugares y tareas. Es mucho tiempo y por un lado fue darle estabilidad a ese proceso y por otro no arreglar lo que no estaba roto, no hacer esto tan propio de nuestro país de refundar todo cada vez que viene alguien nuevo, entonces hubo transiciones sanas. El equipo tenía una línea de juego y se la respetaba, con pocos cambios de jugadores y un respeto verdadero entre los entrenadores, y por eso trabajamos juntos. En mi caso lo acompañé a Sergio en los Juegos Olímpicos de Beijing y él fue segundo técnico en los Juegos de Londres, es cierto que se elogia mucho eso pero en realidad los jugadores tenían un nivel tan alto que lo nuestro fue sumar fuerzas para estar a la altura y también demostrar que el equipo está por encima de todo, sin dudas”.
En ese punto, Lamas cuenta una anécdota que pinta su personalidad siempre dispuesta a la escucha y al aprendizaje y también a quien le generó un cambio clave con solo una frase.
“Cuando comienzo el trabajo junto a Oveja de cara a Beijing me costó porque yo no era ayudante técnico desde la época de León en Sport, llevaba más de 20 años como entrenador principal. Entonces vamos a Rosario a jugar el primer amistoso de la preparación y Oveja pide un minuto: yo no sabía dónde meterme, asomaba por acá, por allá, por un huequito, me quedaba al margen… era un pingüino en un garaje. Por ahí encuentro un lugarcito y escucho una voz desde arriba que me dice: “¿cuesta no?”. Era Manu, que estaba de civil porque no jugó ese partido. Le hice un gesto como que estaba bien pero me dio vergüenza, así que cuando fui a la habitación me pregunté ‘qué quiero de asistente, qué voy a hacer, cómo lo quiero’ y lo escribí todo. A partir de ahí fue un cambio rotundo, me sentí muy bien y pude trabajar muy tranquilo y todo surgió a partir de este pibe que es muy pero muy inteligente, sabe todo”.
¿Cómo analizás este momento del básquet nacional? Con la selección, la Liga, las formativas…
-“Si empezamos por la selección, no hay dudas que fue un golpe duro quedar afuera del Mundial, pero hay una diferencia grande entre el mundial, que lo juegan 32 equipos, y el Juego Olímpico, que van solo 12. Y ahora por América van dos y un lugar es para el Dream Team, entonces te queda una plaza nada más. Lo del Mundial no lo esperábamos después de 40 años de no faltar nunca. No hay que olvidarse que siempre podés perder, es una posibilidad siempre en el juego, y perder una vez con Venezuela y las dos con Dominicana nos dejó afuera. Pero los proyectos y los equipos buenos superan los malos momentos y creo que tenemos jugadores para el próximo Mundial: Campazzo, Laprovittola, Vildoza, Deck, Bolmaro son la base de los que están en la elite de Europa y después tenés a Brussino, Juani Marcos, Delía que nos dan el otro respaldo. Y sin dudas que Pablo Prigioni es el mejor entrenador posible, lleva cinco años en la NBA, en un lugar al que ninguno de nosotros pudo acceder y que lo pone en un lugar de conocimiento, de actualidad, muy distinguido. Tiene 44 años y un amor a la camiseta que está por encima de todo, entonces no nos compliquemos la vida. Es el indicado”.
“De la Liga Nacional estamos en un mal momento, puedo decir que estuve en los 40 años de la Liga que justo se cumplen ahora y la viví desde adentro porque uno nunca se va de lo que tanto quiere. El básquet es el deporte más federal del país, no hay otro que haya sido parido como la Liga con ese concepto de federalismo, y se apoya tremendamente en la fortaleza del interior, y cuando las economías regionales sufren hay menos plata para el básquet. Hoy tenemos menos plata y hoy los presupuestos en dólares son de los más bajos que podemos tener, y eso se traduce en menos talento, y la gente va a la cancha a ver jugadores, no conozco gente que no vaya a un partido a ver jugadores. Y tenemos más de 200 basquetbolistas afuera, y hablo de jugadores de Primera, pero el único que puede soportar esa situación es el fútbol, de tener esa cantidad afuera del país. Además por la cuestión del dólar no podemos ser competitivos para traer a los mejores americanos. Pero esto ya lo vivimos en el ’89, con la diferencia de que los jugadores estaban acá, jugamos con un solo americano por equipo pero todos los buenos nacionales estaban acá. Y en el 2001 fue terrible porque justo salió la ley Bosman (que abrió en masa la puerta de Europa a los deportistas extranjeros) y estalló la crisis. Ahora estamos en la tercera gran crisis y espero que la Liga la pueda superar otra vez, yo creo que la Liga es irrompible y la va a superar, pero es contra viento y marea, claro”.
¿Estás de acuerdo con las cuatro fichas de mayores que se aplica en el Pre Federal?
-“No estoy de acuerdo con esas cuatro fichas mayores, pero para hablar de una competencia hay que poner en contexto y saber cuál es el objetivo de esa competencia. Y ahí creo que hay que repensar los distintos niveles y ajustarlo a este momento. La Liga tiene que ser la elite, con los mejores en todo: jugadores, entrenadores, estadios. Que sea la imagen, y que el segundo escalón signifique el paso previo, lo que era el TNA y hoy es Liga Argentina. A partir de ahí hay que pensar bien qué es el Federal, qué es el Pre Federal, la Liga de Desarrollo, la Liga Juvenil. Creo que hay demasiadas competencias y hay un poco de confusión. Y con las cuatro fichas vos pensá, por ejemplo, que estás en un club que trabaja bien, donde hay un grupo de pibes que trabajan bien, que hicieron todas las formativas y que se van a estudiar, y cuando vuelven porque justamente tuvieron toda esa base y quieren jugar juntos no pueden porque son mayores. ¿cómo se lo explicás? Entonces ahí hay que pensar el esquema entero de la pirámide, cuál es la razón de ser y a qué se apunta”.
Lamas también respondió sobre las polémicas alrededor del mini básquet y la edad en la cual conviene pasar de lo recreativo a la competencia.
“Hay algo que no debemos dejar pasar me parece y que es que los argentinos le metemos controversia a todo, no hay un tema que no sea discutido de la manera más ardorosa, Y eso nos perjudica un poco porque no se puede estar todo el día discutiendo todo. Y los pibes compiten, no hay que tenerle miedo a la competencia, la competencia es una herramienta de educación en esa edad siempre y cuando sea en una atmósfera sana, donde haya una capacitación permanente de técnicos, dirigentes y se baje un mensaje a los padres sobre para qué se compite, porque si yo hago todo ese trabajo pero afuera tengo un padre puteado al árbitro, a su hijo, al rival, a todo el mundo digamos que mucho sentido no tiene. Es imperioso que nunca haya maltrato, el mini tiene que ser masivo, que aprendan jugando y que tengan ganas de venir al club y jueguen cada vez más. Entonces vos le explicás que el objetivo es formar personas, desarrollarlos en el deporte y que vos vas a enseñar eso y que ellos afuera tienen que estar tranquilos. Y decirles que claramente el 99 por ciento de esos chicos que están ahí no va a jugar de manera profesional y solo lo va a alcanzar el 1 por ciento. Hay que capacitar a los referentes, el deporte es una herramienta educativa fuertísima, donde se aprende a ganar y a perder, a respetar, a gestionar las emociones, a convivir en grupo, a cuidar las canchas, los vestuarios. En el mini el objetivo es que jueguen todos los pibes posibles y aprendan a jugar. Desde 13 en adelante se los desarrollarlo física y mentalmente para que sigan aprendiendo pero con competencia, ése es el objetivo”.
Racca, Ginóbili y la luna
(Parte II)
Julio Lamas dirigió a la selección argentina en el Mundial de Grecia ’98 y en ese plantel estaba el mejor basquetbolista pampeano de la historia, Jorge Racca. El alero surgido de Pico Football era una estrella con ya una larga trayectoria y llegó al corte del equipo definitivo de 12 jugadores compitiendo con un pibe que ya demostraba sus condiciones, Emanuel Ginóbili.
“El último corte fue así: quedaban 13 y yo sabía que era Manu o Jorge. Racca estaba en un gran nivel y en los partidos previos siempre la primera oportunidad era para él, pero Manu entraba y jugaba igual de bien, o mejor. Es decir, el pibe no le tenía miedo a nada y demostraba que era diferente, fue palo y palo la decisión, recuerdo que la tomamos en el hotel Claridge de Buenos Aires, podría haber ido cualquiera y en mi caso entendí que Manu iba a ser clave para los diez años siguientes de la selección. Era alguien diferente, tuve la intuición y por eso lo elegí. De hecho en el cuerpo técnico intercambiábamos posturas porque decíamos que Jorge era más grande y que Manu iba a tener oportunidades después, pero ví algo distinto en él. Y lo hice pensando en el equipo, cualquiera de las dos opciones era buena, hoy con en el tiempo transcurrido se puede decir que fue mejor esa decisión, pero a cualquiera que lo comparemos con Ginóbili es injusto para ese otro”, explicó Lamas sobre aquella decisión que dejó afuera a ‘Batman”, el tremendo goleador pampeano que brilló en la Liga Nacional y en Europa.
Y Lamas también dirigió al equipo argentino en el Mundial U-22 de Australia, que es señalado como el germen de la Generación Dorada y que a partir de una derrota increíble, en semis, en el final ante el local forjó a un grupo que después rompió la historia.
“En el cuerpo técnico estábamos con Magnano y Tolcachier. Y cuando terminó el mundial de Australia, en el avión de regreso nos dimos cuenta que estaban para otra cosa los pibes, no que iban a llegar a la luna y se iban a quedar 20 años ahí, eso no nos dábamos cuenta por supuesto. Pero volvemos a la concentración para el Sudamericano y Rubén me dice ‘hablame de los pibes’. Entonces en el Mundial del ’98 se llega con el corazón de Liga que eran Milanesio, Campana, Espil más Sconochini y con los pibes como Pepe Sánchez, Ginóbili y Oberto. Ya en el ‘99 entran a la selección nueve de los 12 que luego serían campeones olímpicos”, recordó Julio en la nota con la Fepamba.
Al hablar sobre Racca y La Pampa, a Lamas se le preguntó por alguna anécdota del “Chapu” Nocioni, que si bien es santafesino de origen vive en General Pico desde hace muchos años ya que allí formó su familia, desde su etapa en Independiente de esa ciudad.
Uffffff de ‘Chapu’ puedo escribir un libro de anécdotas. Es alguien que todo el tiempo genera cosas positivas, que trae temas que no son de básquet específicamente y eso en un grupo es muy importante. Me acuerdo ahora que se casó acá en Santa Rosa y vinimos todos a la fiesta. Eran como las 5 de la mañana y se acercó toda la banda, Victoriano, Palladino; todos ya bastante entonados y se me plantaron en la mesa que me querían hacer una pregunta. Les dije que no, entre risas por supuesto, y la largaron igual: ‘¿Por qué lo dejaste afuera del Mundial ‘97?’. El tenía eso ahí (no integró el plantel por mala conducta), la cosa es que muchos años después, cuando estábamos los dos en Beijing un día viene Chapu y me dice: ‘Julio, cuando yo me retire voy a comprar un equipo de básquet y lo vas a dirigir vos’. Le digo ‘pero cuando eso pase ya no voy a estar dirigiendo’. A lo que me dice: ‘Sí, vas a dirigir porque te voy a comprar a todos los jugadores que me pidas, lo que sea. Eso sí, el día antes del primer partido te voy a echar del cargo?’”, se rió Lamas al recordar una de las historias que describen la personalidad de uno de las columnas imprescindibles de la Generación Dorada
El retiro y la evolución del juego
(Parte III)
La extensa y súper exitosa carrera de Lamas incluye múltiples títulos en la Liga Nacional con distintos clubes, sus distintos pasos por la selección, por el Real Madrid y el Tau Cerámica de España y más recientemente en una increíble experiencia al frente del seleccionado de Japón. Y, además, se sumó a un proyecto inédito en el fútbol del país: formó parte del cuerpo técnico de Abel Balbo en Estudiantes de La Plata y de Central Córdoba de Santiago del Estero, en la Liga Profesional de la AFA.
Hoy, Lamas ya no dirige y reparte su tiempo entre la familia, las charlas corporativas y su labor como comentarista televisivo en la Liga de básquet de España y, ya confirmado, en la próxima temporada de la NBA.
“Al traje de entrenador creo que no lo voy a usar más, me retiré en abril de 2022, fue poner un punto final en algo que estuve un año pensándolo. Recurrí a la ayuda profesional para dar el paso porque toda la vida el básquet tuvo la prioridad en el uso del tiempo y quise invertir ese rol: primero lo personal y después lo laboral. Fueron 33 años de tener adaptada a toda la familia, con la valija en la mano, para arrancar. Estuve en tres países, en nueve ciudades y viví en 20 casas, así que llegó el momento de poner punto final a eso y trabajar en el deporte desde otro rol”.
En ese tiempo, Lamas tuvo cuatro propuestas para dirigir: “un equipo de Japón que compró una empresa de video juegos, la selección de Irán para el Mundial que se jugó hace poco, Flamengo de Brasil y un equipo europeo. Y cuando dije que no a esas ofertas ahí me di cuenta realmente que me estaba retirando. Por unos días me sentí mal, golpeado. Y después de eso cambió totalmente porque me di cuenta que era ser fiel a mí mismo y estar convencido que esto es lo que quiero hacer en este momento de mi vida. Amo el básquet profundamente, el juego en sí, ser parte de un equipo es una experiencia increíble, y hoy lo estoy reemplazando con formar parte y trabajar con personas. Y eso me ayuda mucho”, confesó Julio.
“En realidad lo de las charlas lo hago desde hace 20 años pero no tenía tiempo. Lo empecé en 2003 en Madrid, cuando hice el curso de gestión deportiva Alfredo Di Stéfano que organizaba el Real, me encanta hacerlo y lo disfruto, tanto en el país como afuera. También me gusta comentar por tele y arranco en la NBA. Estoy ajustando eso de explicar lo que pasa en la cancha y que lo entienda todo el mundo junto al concepto corto que requiere la televisión”.
Experiencia nipona
“En Japón aprendí mucho como entrenador y como persona, fue muy enriquecedor. Armé un proyecto de cero porque estaba intervenida la Federación, pero armaron la Liga Profesional de básquet y un proyecto nuevo de selección. Fue construir el proyecto con los jóvenes. Y en lo personal caminar Asia es algo muy diferente, íbamos a jugar una ventana FIBA a Irán y a Qatar por ejemplo y eso es enriquecedor. Yo soy una persona antes que entrenador, entonces el desafío de adaptarme a un mundo tan distinto resultó un gran paso. Estaba para quedarme en lo laboral pero no en lo personal. Fueron 48 meses y en la pandemia mi familia ya no podía ir entonces se me hizo más difícil”, recordó ante la Fepamba.
¿Y cómo ves el básquet de hoy, con el tiro de tres puntos como eje principal?
El básquet evoluciona de manera permanente, va para adelante todo el tiempo y en todo porque lo que comían, el entrenamiento físico y la técnica individual de los jugadores hace 10 o 20 años hoy no tiene nada que ver. Y otra cosa es que no hay una verdad absoluta, el juego es de los jugadores y si yo tengo a Gabriel Deck en el poste bajo que puede ir para adentro y anotar o sacarla para el que tira de tres, ¿le voy a decir que no juegue más de esa forma? Entonces hay que ver qué jugadores tenés para tu sistema. Y lo otro es que la tecnología atravesó el deporte en todo, hoy los entrenadores consultan la métrica para saber qué tiros son más eficientes, para saber cada detalle. En definitiva, competir en el alto rendimiento es vaciarte en todo, en que lo diste el ciento por ciento, y estar en todos los detalles. No hay una verdad absoluta y lo que hay son nombres propios y lo que cada jugador se construye para sí mismo y el equipo